Elias Aparicio

Después de muchos intentos por encontrar un lugar, dentro de la bola de nieve que  gira y gira sin parar, aumentando su tamaño continuamente y engullendo todo lo que es  capaz de "producir" para alimentar las entrañas de la máquina, después de ser expulsado de la masa viscosa que todo lo mancha, que todo lubrifica y que cada vez es menos consistente, no había más remedio que volver a intentarlo, buscando los valores que allá quedaron escondidos, tapados por la transparencia de la realidad que todo lo empaña.

Nací en 1957, año en el que se publicó el Manifiesto del Grupo El Paso, no sé si eso tendría algo que ver con la pasión por la escultura en bronce que, aunque tardía, se manifestó después de caer por casualidad en el taller del  grandísimo escultor Paco Barón.

Conseguí acabar los estudios de Ingeniería Técnica Industrial, gracias al empeño de mis padres por conseguir una de las becas para hijos de trabajadores que el Ministerio de Trabajo franquista,  creó en la década de los 50 del siglo pasado, a través de las Universidades Laborales.

Había comenzado mi toma de contacto con la realidad del trabajo y por lo poco que duró ese primer intento, apenas 2 años, no conseguí  interiorizar aquel dictado de "el patrón paga y manda". Estábamos en la década de los 80, Madrid era un hervidero y me propusieron trabajar en un taller de fundición en bronce, donde podría aplicar algunos de los conocimientos recibidos durante mi educación universitaria.

El Taller-Fundición, pertenecía a Francisco Barón y el primer contacto con el bronce fue premonitorio.  En la visita conjunta con el encargado de taller, pasamos por la zona de repasos, donde se ubicaba, en una zona propia, la lijadora-pulidora. Para mostrarme su funcionamiento, una de las piezas de Paco, rayada por la lima y la lija, pasó a  través de la polea de cuerdas impregnada con pasta abrasiva y apareció el brillo pulido, sin arañazos, completamente liso de color dorado que hacia resplandecer a la pieza de tal manera que parecía haberse convertido en oro.

Infelizmente las enseñanzas de la vida se asimilan con el transcurso del tiempo. Intentas  vivir siendo consecuente con tus principios, pero unas veces por tu ignorancia, otras por tu comodidad, otras por tu falta de credulidad hacia los demás y otras por la falta de medios, hacen que hagan mella en tu conciencia, los mantras de la sociedad capitalista. Sin dinero no eres nadie, El dinero te da el poder y el poder la felicidad y te dejas absorber por la bola de nieve, con el sueño de poder sentirte realizado con la acumulación de tus pequeños tesoros materiales.  Pero te das cuenta del engaño, cuando de repente eres consciente de que a pesar de haberte tragado tus principios, haber acumulado tus pequeñas "riquezas materiales", continúas sintiéndote INFELIZ.

El Manifiesto del grupo El Paso publicado en el 1957 decía, entre otras muchas cosas, "Luchamos por un arte hacia la salvación de la individualidad"  y esto es lo que pretendo en esta nueva etapa que comienzo con la creación de estas piezas escultóricas en bronce.

La educación se debería centrar en potenciar las capacidades que cada uno tiene, para ello se requiere un esfuerzo grande que  la Sociedad  no parece estar dispuesta a realizar. Por eso quiero mantener vivo todo el trabajo artesanal que se realiza alrededor del bronce. En estos últimos dos años he constatado que el "espíritu" existente en los talleres que conocí en mi etapa de los 80´s, sigue vivo.

La propia fundición tiene una magia, una fuerza que te hipnotiza, los fundidores, repasadores, todos han de tener una vena creativa para solucionar todos los problemas que surgen durante el proceso de reproducir en bronce una obra creada en un material intermedio y provisional. Porque cada pieza es distinta, las condiciones de trabajo son diferentes en cada momento, pero todos los intervinientes tienen claro que su aportación es muy importante para obtener un buen resultado final y cada proceso tiene su parte creativa.

 

El objetivo de cualquier ser humano es el de ser capaz de transmitir en el trabajo diario lo que lleva dentro. Algunos lo consiguen trabajando la tierra, otros vendiendo lo que la tierra ha producido, otros creando las reglas por las que se deben regir esas ventas, otros dirigiendo las voluntades de los demás y otros nos gustaría conseguirlo a través de la creación de objetos, supuestamente "inútiles" en donde se puedan  encontrar belleza, compromiso y esfuerzo.